Las creencias y festividades en torno a la Semana Santa forman parte sustancial de nuestra cultura, sin que ello afecte a la laicidad del Estado.
Hoy en día, frente a la pandemia, hay un llamado a la esperanza para sobrellevarla de la mejor manera, afirmó Jorge Eugenio Traslosheros Hernández, investigador del Instituto de Investigaciones Históricas (IIH) de la UNAM.
El investigador consideró que a nivel nacional se tendrán que contener a las celebraciones populares, como es el viacrucis, para evitar contagios masivos de la COVID-19.
Sin embargo, sugirió estar al pendiente de los medios de comunicación para la eventual transmisión de las festividades.
Los creyentes, aclaró, pueden festejarlo a nivel espiritual, en persona o en familia, ya que existe la posibilidad de abrirse a la esperanza en términos culturales y religiosos, es decir, vivir el significado del Triduo Pascual: la pasión, muerte y resurrección.
En la actualidad, continuó, se vive una situación dolorosa por los enfermos y los fallecidos, a lo cual se suma la pérdida de empleo y la imposibilidad de las familias de poderse reunir.
La importancia de la religión en estos momentos difíciles se centra en lo espiritual.
“No está en las estadísticas del país, pero parte de lo que sostiene la situación de pandemia tiene que ver con la fe, la esperanza y la solidaridad que están arraigadas en la tradición cristiana, y son cosas que debemos rescatar e impulsar. Es hacer ‘el bien’ en aquello que nuestra cultura lo entiende como un gran valor para salir adelante”, expresó el académico.
En este sentido, recordó que de acuerdo con el último Censo 78 por ciento de la población mexicana se considera creyente de la Iglesia católica, en tanto que las iglesias evangélicas y protestantes se han adaptado de alguna manera a la ritualidad católica popular, porque un mayor número de personas se identifica con ella.