Con Inteligencia Artificial, Japón podrá prevenir posibles desastres derivados de tsunamis como el del 11 de marzo de 2011 que barrió el Este de Japón con olas de hasta 40 metros sobre el nivel del mar.
Dos universidades japoneses y los laboratorios Fujitsu han desarrollado un nuevo modelo de Inteligencia Artificial (IA) que aprovecha el poder del superordenador más rápido del mundo para predecir las inundaciones causadas por tsunamis en las zonas costeras antes de que el impacto llegue a tierra.
En los últimos 10 años, los científicos japoneses han afinado sus investigaciones para determinar cómo se genera la altura de las olas cuando se desencadena un tsunami y el daño potencial que estas olas pueden causar cuando impactan en tierra.
También han potenciado las tecnologías que pueden contribuir a la detección temprana de tsunamis y a mejorar los sistemas de observación de posibles terremotos en todo Japón, informa The Japan Times (JT).
Fruto de esta colaboración es la nueva tecnología desarrollada por un equipo de investigadores del Instituto Internacional de Investigación de Ciencias de Desastres (IREDeS) de la Universidad de Tohoku, del Instituto de Investigación de Terremotos de la Universidad de Tokio y de los Laboratorios Fujitsu.
Tal como se explica en un comunicado de la Universidad de Tohoku, los científicos han recurrido al superordenador Fugaku para afinar los métodos de prevención de catástrofes provocadas por tsunamis.
El Gran Terremoto de Japón y el posterior tsunami pusieron de manifiesto las deficiencias en la mitigación de desastres y la necesidad de utilizar mejor información para evacuaciones eficientes y seguras, tanto en Japón como en el resto del mundo.
A pesar de las estaciones de seguimiento desplegadas la década anterior en los océanos Pacífico, Atlántico e Índico, así como en el Mar Mediterráneo, y del desarrollo de nuevos métodos computacionales, lo que ocurrió en Japón en 2011 sorprendió a los científicos de todo el mundo.
Un estudio desarrollado en la Universidad del Sur de California y publicado en 2015, que analizó miles de informes y cientos de noticias sobre la tragedia, descubrió que el desastre nuclear que agravó los efectos del tsunami se podía haber evitado y que el despliegue científico-técnico para prevenir los impactos de terremotos ocurridos en el mar no había sido suficiente para paliar la catástrofe de 2011.
Las autoridades japoneses han reconocido que alertaron del tsunami tres minutos después del terremoto, pero también que habían subestimado su tamaño, lo que había reducido a 15 minutos el tiempo de evacuación de las áreas más afectadas.
En marzo de 2013, la agencia japonesa actualizó su sistema de alerta de tsunamis e introdujo nuevos procedimientos de análisis basados en la máxima magnitud posible de un terremoto.