Una nueva «nariz» artificial inspirada en nuestro sentido del olfato podría permitir ahora detectar enfermedades no diagnosticadas, gases peligrosos y alimentos que empiezan a estropearse.
Y todo gracias a una tecnología que ya existe.
¿Qué tienen en común su teléfono móvil, su ordenador y su televisor? Las antenas.
«Estamos literalmente rodeados de tecnología que se comunica mediante antenas», afirma Michael Cheffena.
Cheffena es profesor de Telecomunicaciones en la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología (NTNU) de Gjøvik y cree que esta tecnología puede servir para mucho más que comunicarse:
«Al dotar a las antenas de funciones sensoriales, la infraestructura existente puede utilizarse en nuevos ámbitos de aplicación. Ésta ha sido una de las principales motivaciones para investigar si las antenas pueden utilizarse para estos fines», añade.
La solución más sencilla suele ser la mejor
Cheffena explicó que los intentos anteriores de crear las llamadas «narices electrónicas» no han contado con la ventaja de disponer de una infraestructura ya existente. También se han visto afectados por otros problemas que la tecnología de antenas podría resolver.