Cuando Romina Lugardo Pérez usa botas de cierre, tiene mucho cuidado de que su piel no esté en contacto directo con el metal pues es alérgica. De lo contrario, al final del día tendrá un camino de ronchas a lo largo del pie.
Usa relojes de plástico y recubre el broche con varias capas de barniz transparente. Evita portar aretes, collares o pulseras.
Sus lentes y brackets fueron cuidadosamente seleccionados para no dañar su piel. Es alérgica al metal, pero no puede alejarse de él porque su pasión es diseñar y armar robots.
Pertenece al equipo de robótica: Buluk, de PrepaTec Estado de México.
Ella es la única mujer en el área de mecánica y es la capitana de este equipo que participó en un regional de FIRST Robotics Competition, en el Tec de Monterrey.
El origen: una enfermedad autoinmune
Desde pequeña Romina tuvo vigilancia médica constante porque a los 3 años fue diagnosticada con una enfermedad autoinmune llamada púrpura de Henoch-Schonlein.
Esta enfermedad provoca una inflamación de los pequeños vasos sanguíneos de la piel, los intestinos y los riñones.
La hinchazón pueden hacer que la piel sangre o se salgan ronchas del ombligo para abajo.
En el caso de Romina, la inflamación era interna y le paralizó los intestinos, estuvo mucho tiempo en cama hasta que tuvo un diagnóstico y fue tratada con éxito.
Sensible a metales
Ahora va una vez al año para corroborar que la enfermedad esté en remisión.
Poco después de vencer esta enfermedad, sus padres notaron que era especialmente sensible a los metales. Cualquier arete, pulsera o cierre le causaban dermatitis en la piel.
Pero esto nunca la ha frenado, al contrario.
«Desde mi diagnóstico de púrpura me he concentrado en cuidarme, hacer ejercicio, antes de la pandemia hacía ballet y llegué a nivel máster».
Y aunque las ronchas por el metal le causan mucha comezón, ha resuelto en recubrir sus accesorios con varias capas de barniz transparente o usar guantes cuando estará mucho tiempo en contacto con los fierros del robot.