La robotización tras la pandemia de COVID-19 se ha acelerado.
Esto ha causado temor sobre todo entre los empleados de grandes empresas.
“Los robots sociales han encontrado una oportunidad de oro para jugar un rol fundamental en la pandemia”, asegura Laura Aymerich, investigadora de la Universidad Pompeu Fabra.
Sobre el papel de las máquinas, la experta identifica tres funciones fundamentales: ayudan a mantener la distancia social al asumir tareas que de otro modo implicarían interacción entre humanos, como llevar la comida al paciente; alivian la soledad de quienes se ven encerrados en sus casas o en la habitación de un hospital; y pueden encargarse de asegurar entornos libres de contagio, por ejemplo, monitorizando el uso de mascarillas.
“Siempre ha habido mucha resistencia a los robots. Esto está asociado a la tradición de ciencia ficción y también al tipo de religión que tenemos. El hecho de crear un ente que se parezca a un humano puede conllevar un castigo de Dios en nuestro imaginario colectivo”, precisa.
La pandemia les brinda ahora la oportunidad de dejar de presentarse como una amenaza -para nosotros, para nuestro empleo- y demostrar que pueden actuar como aliados, menciona Aymerich.
TEMOR A SER DESPLAZADOS
Entre los años 1947 y 1987, los robots acabaron con el 17 % de empleos humanos, pero se creó un 19 % de tipos nuevos. Sin embargo, entre los años 1987 y 2016 se desplazó al 16 % de trabajos, pero solo se creó un 10 % adicional.
Ahora vienen los números que asustan un poco más. En una planta en la que se introduzca un robot, los investigadores estiman que destruye las tareas que realizan 6,6 empleados.
Sin embargo, ese robot tiende a crear otros puestos en las plantas alrededor de esa empresa. Si tenemos en cuenta esa compensación, la conclusión es que en Estados Unidos se destruyen 3,3 empleos por cada robot incorporado.
El trabajo destruido y las oportunidades creadas no están equilibrados. Mientras que entre 1960 y 1980 la creación de empleo favoreció a los empleos de cualificación media y baja, hoy se les aparta, sobre todo a los primeros.
De momento, el 70 % de los robots se encuentran en el sector productivo de la economía de EE. UU.: automoción, electrónica, plásticos, industria química y metalurgia.
Las empresas robotizadas están ganando en productividad y aumentan sus beneficios económicos.