En la tierra del fast food y los maratones de streaming, cabría esperar que los videojuegos también fueran devorados en cantidades industriales. Pero no. Aunque Estados Unidos tiene uno de los mercados más grandes del mundo, la mayoría de sus jugadores compra menos de cinco títulos al año. Este comportamiento, más conservador de lo que muchos imaginarían, refleja una transformación interesante en los hábitos de consumo digital.
Durante la edición de Gamescom 2021, se reveló que solo el 30% de los jugadores estadounidenses adquiere entre uno y tres juegos anualmente. Apenas el 10% compra más de diez.
Consumo selectivo en el mercado de videojuegos
Lejos de representar una caída en el interés por jugar, este fenómeno sugiere un enfoque más selectivo. El auge de los títulos como servicio (los famosos live services) y los juegos gratuitos con microtransacciones ha cambiado las reglas del juego. Fortnite, Call of Duty: Warzone y similares, se han convertido en verdaderas plataformas de entretenimiento que se actualizan constantemente y prolongan su ciclo de vida.
También influye el peso creciente del game pass y otros modelos de suscripción. Con acceso a catálogos amplios mediante una sola cuota mensual, la necesidad de “comprar” juegos individuales pierde sentido para muchos usuarios. Y claro, está el factor económico: un videojuego AAA puede costar hasta 70 dólares, así que elegir con cuidado no suena tan descabellado.
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Más horas, menos títulos
Aunque compran pocos, los gamers estadounidenses no juegan poco. Datos recientes muestran que el tiempo promedio semanal dedicado a videojuegos en el país supera las 8 horas. Esto sugiere que, más que cantidad, lo que domina es la profundidad: se invierte más tiempo en menos títulos, lo que también beneficia a las comunidades y experiencias multijugador.