La batalla por la narrativa no ocurre ya solo en mítines o noticieros; se libra en rincones digitales invisibles. En México esa guerra ha cobrado forma con mecanismos sofisticados para controlar lo que se ve, lo que se dice y lo que se obliga a creer.
Durante próximos párrafos se analiza cómo operan estas redes digitales de influencia, cuánto pueden costar y qué implicaciones tienen para la conversación pública mexicana.
Una red de apoyo digital no surge por arte de magia. En México, hashtags como #RedAMLOVE o #AMLOElPuebloTeApoya provienen de más de 23 000 cuentas coordinadas, algo poco casual.
En X/Twitter, contratar influencers cuesta en promedio 2 USD por cada mil seguidores por publicación. Si se activan 100 cuentas medianas dos veces por semana, el gasto anual supera varios millones de pesos.
Los bots también cuestan: entre 25 y 50 USD por cada mil cuentas activas. Mantener un sistema rotativo implica decenas de miles de dólares al año. Y coordinar todo eso requiere equipos humanos con salarios elevados.
Se estima que esta red de influencia cuesta entre 35 y 60 millones de pesos al año, con picos de hasta 100 millones en elecciones. Al incluir otras plataformas, la cifra puede llegar hasta 160 millones.
El riesgo real de normalizar la manipulación digital
La manipulación digital alimenta una ilusión de consenso. Se infla el apoyo oficial, se calla la disidencia y se hostiga a voces críticas.
Aunque desde el gobierno niegan operar bots, hay indicios de estructuras híbridas con participación humana y automatizada. También aparecen en TikTok, Facebook y en secciones de comentarios.
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