Sonia Sein padeció de problemas para respirar tras someterse a extensos tratamientos para el asma que le dañaron severamente la tráquea.
En enero, médicos en el Hospital Mount Sinai en Nueva York le remplazaron la tráquea.
Los médicos dicen que la drástica operación podría ayudar a otros pacientes, incluyendo a pacientes de COVID-19 que han quedado con la tráquea sumamente dañada por las máquinas para respirar.
“Técnicamente es sumamente difícil”, dijo el doctor David Klassen, director médico de la United Network for Organ Sharing (UNOS), la red que supervisa el sistema de trasplantes en Estados Unidos.
Los expertos dicen que es demasiado pronto para considerar el trasplante a Sein —que UNOS dice es el primero en Estados Unidos— un éxito completo.
La paciente tiene que tomar medicamentos fuertes para prevenir el rechazo del órgano, pero los médicos tienen esperanzas de eliminar gradualmente el uso de los fármacos.
Menos de tres meses después de la operación, no ha habido complicaciones ni señales de rechazo.
“Si fuese a fracasar, lo sabríamos ya. Es muy prometedor”, dijo el doctor Alec Patterson, cirujano de trasplantes en Washington University en San Luis que no participó en el proceso.
Durante años, se han empleado diversos métodos para reparar o reconstruir tráqueas, incluyendo extirpar secciones dañadas o remplazarlas con prótesis, tejido cultivado en laboratorio o de la piel y cartílago toráxico del paciente.
Pero esos métodos no son posibles en los peores casos en los que toda la tráquea está dañada.
Algo tan extremo como un trasplante pudiera ser la única solución, dijo el doctor Eric Genden, cirujano del Mount Sinai y quien dirigió la operación.