¿Alguna vez hablaste de unas vacaciones soñadas y, minutos después, viste anuncios sobre vuelos o maletas en Instagram? En México y otros países de América Latina, esta escena es tan común que muchos están convencidos de que sus teléfonos los espían. Sin embargo, la realidad es mucho más compleja y fascinante.
Tus datos lo dicen todo, sin necesidad de micrófono
Las redes sociales no necesitan activar tu micrófono para saber qué te interesa. Su poder viene de la cantidad de datos que compartes a veces sin darte cuenta y del nivel de análisis que aplican para entender tu comportamiento digital. Cada clic, like, búsqueda o conversación escrita se convierte en una pista. Y cuando se cruzan esos datos con los de otros perfiles similares al tuyo, el resultado es una predicción casi quirúrgica de tus preferencias.
Además, aplicaciones como Facebook e Instagram tienen acceso a tu historial de navegación, ubicación y hasta los sitios que visitas fuera de sus plataformas. Esto no ocurre de forma mágica, sino gracias a herramientas como los píxeles de seguimiento y cookies integradas en miles de páginas web.
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Un ecosistema conectado que potencia los anuncios personalizados
De igual manera, si alguien en tu casa buscó información sobre un producto o servicio, es probable que tú también veas anuncios similares.
Las redes sociales detectan conexiones entre dispositivos compartidos y perfiles relacionados, creando una especie de mapa familiar de intereses.
En consecuencia, no se trata de espionaje tradicional, sino de un modelo sofisticado de predicción alimentado por tu huella digital.