Las últimas semanas han puesto a prueba la resistencia del transporte en el Valle de México. Las intensas lluvias no solo colapsan vialidades, también multiplican los imprevistos logísticos, retrasan entregas y elevan la frustración tanto de empresas como de consumidores.
En ese contexto, la tecnología ha dejado de ser una opción para convertirse en una necesidad crítica.
Para Emilio González Polz, director de DispatchTrack México, el reto va más allá de eludir el tráfico, se trata de tener capacidad de adaptación y la resiliencia de las empresas.
Desde plataformas que reconfiguran rutas dinámicamente hasta torres de control que anticipan zonas de saturación o ajustan entregas según condiciones meteorológicas, el futuro de la logística se construye con datos, algoritmos y visión estratégica.
Una de las claves, según explicó González, es que los sistemas aprendan de la realidad.
“Cuando pronosticamos un tráfico alto por lluvia, nuestra herramienta no solo recalcula tiempos; también sugiere reducir el número de entregas planeadas para ajustarse a una velocidad más realista. Esto permite cumplir con lo prometido, aunque eso signifique prometer menos”, dijo.
IA y logística
La Inteligencia Artificial (IA), por su parte, está acelerando este proceso. No solo mejora la precisión de los pronósticos y las integraciones con sistemas de gestión empresarial (ERP), sino que también ayuda a optimizar decisiones durante la operación misma, como activar planes de contingencia cuando una ruta colapsa o priorizar entregas según criterios humanos y logísticos.
Además del ruteo dinámico, otras herramientas como mapas de calor permiten identificar zonas de alta demanda y baja eficiencia, claves para planear desde nuevas tiendas hasta centros de distribución.
“Esto se ha vuelto fundamental para sectores que enfrentan una presión constante por cumplir promesas de entrega casi inmediatas”, dijo Emilio González.
