Las redes sociales han dejado de ser solo un lugar para compartir fotos. En España, adolescentes entre 12 y 17 años pasan una media de tres horas diarias en plataformas como Instagram, TikTok y Snapchat. Pero más allá del scroll infinito, crece la preocupación por el impacto que tienen los «me gusta» en su autoestima.
Los adolescentes construyen gran parte de su identidad en lo digital. Cada publicación se convierte en una especie de termómetro social. Cuando no reciben la validación esperada en forma de likes, reacciones o comentarios, se genera una sensación de fracaso o de “no ser suficiente”, según psicólogos citados por la Cadena SER.
La presión por gustar se intensifica cuando los algoritmos priorizan contenido atractivo o viral. Esto crea una competencia implícita por atención y popularidad. En consecuencia, muchos adolescentes modifican su comportamiento online, imitan tendencias o editan en exceso sus fotos para encajar en un ideal inalcanzable.
El poder invisible de un like en la salud mental
Por otro lado, eliminar una publicación que no tuvo éxito se ha vuelto una práctica común. Este acto, aparentemente inofensivo, refleja una búsqueda constante de aceptación que puede derivar en ansiedad, baja autoestima o aislamiento. Los expertos insisten en la importancia de enseñar a los jóvenes a separar su valor personal del rendimiento de sus publicaciones.
Además, se han detectado diferencias de género: las chicas tienden a desarrollar una mayor sensibilidad ante la falta de interacción digital. Esto puede estar relacionado con estereotipos de belleza promovidos desde edades tempranas y reforzados por el ecosistema visual de las redes.
En agosto de 2025, un estudio del Instituto Nacional de Ciberpsicología reportó que el 68% de los adolescentes españoles reconocen sentirse mal cuando sus publicaciones no reciben la atención que esperaban. Una cifra que habla por sí sola.