El blindaje transforma el desempeño general de un vehículo. No se trata solo de reforzar puertas o instalar cristales balísticos, sino de modificar su peso total y, por tanto, la forma en que acelera, frena y responde ante distintas condiciones de conducción. Según Shel-Ha Soluciones, entender estas variaciones resulta fundamental para mantener la seguridad sin sacrificar el control.
La Asociación Mexicana de Blindadores calcula que un SUV con nivel de blindaje VR6 puede aumentar su masa hasta en 40 %, lo que afecta directamente el consumo de combustible y la distancia de frenado, la cual se extiende entre un 15 y un 25 % respecto a un vehículo sin protección. Este incremento obliga a un mantenimiento más frecuente de frenos, suspensión y neumáticos, piezas clave para conservar la estabilidad y el desempeño del conjunto.
Ajustes para garantizar control y maniobrabilidad
“Cuando blindamos un vehículo, no solo reforzamos su estructura. También analizamos su desempeño para garantizar que la seguridad no comprometa la capacidad de maniobra”, señala Carlos Juraidini Rumilla, director general de Shel-Ha Soluciones. En cada proyecto se instalan amortiguadores reforzados, frenos de mayor capacidad y neumáticos run-flat, componentes que compensan la masa añadida por el blindaje.
El peso adicional no debe interpretarse como una desventaja, sino como una variable de planeación. Para operaciones urbanas, un blindaje nivel IIIA mantiene buena agilidad y añade protección moderada, mientras que para recorridos carreteros o de alto riesgo, un nivel VR6 ofrece resistencia frente a armas largas, aunque requiere conducción más anticipada y revisiones técnicas periódicas.
Los fabricantes recomiendan respetar el límite de carga por eje establecido en sus manuales. Excederlo afecta la estabilidad y acelera el desgaste de los sistemas mecánicos. Por esta razón, la elección del modelo base resulta determinante. Los SUVs con chasis más robusto y los sedanes ejecutivos de gran tamaño se adaptan mejor a blindajes de alto nivel, mientras que los vehículos compactos presentan mayores restricciones estructurales.
Los ruidos adicionales derivados del blindaje —como vibraciones en la carrocería o resonancias en el habitáculo— pueden ser indicativos de ajustes necesarios en el ensamble o en la suspensión. Shel-Ha Soluciones recomienda atenderlos oportunamente, ya que ignorarlos puede afectar la sensación de control y el confort acústico al conducir.
“No se trata de tener el blindaje más pesado posible, sino de encontrar el punto donde protección y rendimiento se equilibran”, concluye Juraidini Rumilla. Esta visión explica por qué Shel-Ha Soluciones inicia cada proyecto con un estudio técnico integral que analiza tanto la resistencia balística como los efectos dinámicos del blindaje sobre la conducción.