Las redes sociales se han convertido en un espejo distorsionado para miles de adolescentes en España. Aunque no son las únicas responsables, sí actúan como un amplificador de inseguridades preexistentes. Cada historia en Instagram, cada baile viral en TikTok y cada selfie con piel perfecta puede disparar comparaciones constantes, muchas veces irreales.
El problema no es solo lo que se ve, sino lo que se siente al no estar “a la altura”. Según un reciente estudio de Meta citado por El País, el 40% de las chicas encuestadas asegura que el contenido que consumen en Instagram ha empeorado su percepción sobre su propio cuerpo. Esta presión estética y emocional se intensifica por los algoritmos, que muestran más de lo mismo una y otra vez.
Cómo fortalecer la autoestima en entornos digitales
Para contrarrestar ese efecto, psicólogos y expertos en educación digital proponen trabajar desde casa y la escuela con herramientas concretas. Fomentar una relación más crítica con los contenidos, impulsar el pensamiento comparativo consciente y enseñar a identificar filtros o ediciones extremas puede marcar una diferencia enorme.
Además, se recomienda abrir espacios de conversación seguros y sin juicios. Hablar sobre lo que se ve en redes, cómo se siente y por qué, ayuda a crear una brújula interna más sólida. También se ha demostrado que seguir cuentas diversas, reales o inspiradoras lejos del molde físico ideal tiene un impacto positivo en la autoaceptación.
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