Desde Puerto Rico, un estudio liderado por el Centro Comprensivo de Cáncer ha reactivado la conversación sobre un clásico del botiquín: la aspirina. Aunque se le conoce por aliviar dolores y prevenir infartos, este analgésico de toda la vida podría estar jugando en las grandes ligas de la oncología. Investigadores de la Universidad de Puerto Rico han señalado que su uso regular podría reducir el riesgo de desarrollar varios tipos de cáncer.
Los resultados no llegaron de la noche a la mañana. Se analizaron datos de más de 55 mil personas y, entre ellas, unas 5 mil ya convivían con un diagnóstico de cáncer. Lo interesante es que quienes tomaban aspirina con frecuencia mostraban una incidencia significativamente menor de la enfermedad, especialmente en cánceres de colon, recto y estómago.
¿Cómo podría la aspirina ayudar contra el cáncer?
La clave está en la inflamación. Muchas enfermedades crónicas, incluido el cáncer, se alimentan de procesos inflamatorios prolongados. La aspirina, al ser un antiinflamatorio no esteroide (AINE), podría actuar como un freno silencioso en ese mecanismo. Además, también tiene un efecto antiplaquetario, lo que ayuda a reducir microambientes tumorales favorecidos por las plaquetas.
Aunque los hallazgos son prometedores, los científicos subrayan que esto no significa que todos deban correr a la farmacia. La automedicación no es la respuesta, y siempre será necesario consultar con profesionales antes de adoptar cualquier régimen diario con aspirina.
Este tipo de investigaciones abre la puerta a repensar cómo algunos medicamentos tradicionales podrían tener aplicaciones inesperadas y revolucionarias. La ciencia, a veces, encuentra oro donde antes solo había rutina.











