Un medicamento comúnmente recetado para controlar la presión arterial podría convertirse en un aliado inesperado contra los tumores cerebrales más agresivos. En Puerto Rico, un equipo de investigación descubrió que el prazosin, utilizado por años en tratamientos cardiovasculares, tiene la capacidad de reducir el crecimiento de glioblastomas, uno de los tipos de cáncer cerebral más letales y difíciles de tratar.
El estudio, liderado por la doctora Cornelis Elferink en colaboración con el Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Texas, apunta a una vía molecular clave: el receptor de hidrocarburos de arilo (AHR). Esta proteína, cuando se activa por ciertos compuestos, puede modificar cómo las células tumorales crecen y se defienden de la quimioterapia. Lo más interesante es que el prazosin, lejos de su uso original, logra interferir con esta ruta.
El fármaco para la presión arterial toma un nuevo rol
Lo que hace tan especial a este avance es que se trata de un fármaco ya aprobado por la FDA. Es decir, no sería necesario iniciar desde cero el largo y costoso proceso de aprobación clínica. Esto acelera el camino hacia estudios en humanos y potenciales aplicaciones en tratamientos personalizados, especialmente en pacientes con mutaciones específicas como IDH1/2, comunes en ciertos glioblastomas.
Además, el prazosin demostró una doble función: no solo reduce la proliferación celular en tumores, también podría aumentar la sensibilidad de estas células a terapias existentes. En otras palabras, se vuelve un multiplicador de eficacia dentro de tratamientos ya en marcha.
El glioblastoma multiforme representa el 47% de los tumores cerebrales malignos en adultos, según cifras actualizadas en agosto de 2025 por la American Brain Tumor Association. Esto refuerza la urgencia de encontrar enfoques más precisos, accesibles y menos invasivos.
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